sábado, marzo 05, 2005

Tengo que jugarle, tengo que jugarle

La costumbre no tarda en llegar, el que tarda en llegar soy yo. El colectivo al borde del colapso, el calor omnipresente que entra, que sale y tambien se queda. En los oidos comienza Change, de Blind Melon pero al minuto todo queda en silencio, o mejor dicho empiezo a escuchar esas conversaciones que uno escucha por accidente (si, son un accidente, casi violento). La cuestion es que a mi me ocurren cosas extrañas, muchas veces graciosas. Recuerdo una con la que rei y sonrei durante una semana, pero para contarla necesito imagenes, imagenes muy parecidas a las de Tati. El asunto es que se me termina la pila y el cambio no termina. Y no quiero escuchar a la gente, no quiero verle la cara (pero si, con musica no le veo la cara a la gente, o por lo menos le veo otra). Falta bastante para llegar (tarde). Como en una pelicula de Kusturica o de Buñuel porque no, rodando llega a mis pies una manzana. Roja. Brillante. Y me quedo, en la sorpresa pienso durante unos tres minutos: una manzana? seguro?. La tomo con los pies (tengo esa costumbre primitiva de tomar las cosas con los pies, es discutible aunque una costumbre asi, quien la quita?) y la levanto del suelo hasta mi. Miro alrededor, sin objetivo porque me daba lo mismo me hayan visto o no. Al rato me baje y le jugue al 25, pensando que ese numero era: la manzana. El hombre me aseguro que no, que el 25 era la gallina. No me interesaba su opinion asi que le dije no me importa nada, pongame 3 pesos al 25, osea a la manzana.
A las dos cuadras, una mujer desperdiciaba agua en su vereda asi que lave mi manzana, y la comi.

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