Arranco sin volver a verlas. O si las veo, es en el espectro de polvo que el limpiavidrios se empeña, inutilmente, en borrar: perfume, brillo en movimiento, piel como papel de seda, mujeres pálidas ahogadas en el satín: tubo de excrecencias, mucosas blandas, pulmones teñidos de tabaco, pus agarrotada en el fondo del paladar, ostras podridas, pezones supurantes, coágulos de sangre menstrual, náusea de la carroña eternamente abierta, heridas sin cicatriz, intestinos hinchados, gases verdes, bilis espesa, largo túnel de mierda y huevecillos infestados y placentas amenazantes: quisiera amarlas desolladas, como realmente son, sin la piel mentirosa, sin el perfume volátil, pura organizacion de las corrupciones, depósitos de semen inútil. Caguen, putas.
Carlos Fuentes, Zona sagrada.
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